El salchichón, es uno de los embutidos más conocidos de la gastronomía española. Por eso, resulta muy interesante conocer el origen de este tipo de carne y por ende del resto de embutidos.

El comienzo de los embutidos

Desde tiempos remotos el ser humano ha intentado hallar la forma de conservar los alimentos. Resultaba básico para poder comer todos los días. En la prehistoria, los hombres cortaban la carne en finas tiras que dejaban secar al sol y con el descubrimiento del fuego comenzaron a utilizar el humo y la cocción como métodos de conservación.

Con el descubrimiento de las primeras salinas, alrededor del año 3.000 A.C., se comenzaron a sazonar carnes y pescados para su posterior comercialización. Fue un gran paso para conseguir que los alimentos perduraran durante más días sin ponerse en mal estado.

Concretamente, los embutidos comenzaron a elaborarse durante el Imperio Romano, para conservar la carne que no daba tiempo a consumirse. Embutidos como el botulus, que era una especie de mezcla entre salchichón y morcilla, se tomaban en fiestas paganas sobre la fertilidad.

El desarrollo moderno de los embutidos surge en Europa entre los siglos XVII y XIX, con la llegada de la Revolución Industrial. Se comenzaron a usar métodos industriales y mecánicos relacionados con la cocción y el humo, por lo que el consumo de embutido creció rápidamente.

El salchichón

Existen variantes parecidas al salchichón, desde la época griega y romana. En la mitad del siglo XV, en la Edad Media, parece que ya existía el salchichón como tal.

Se dice que al rey español de finales del siglo XIX, Alfonso XII, le encantaba el salchichón y que cuando visitaba la ciudad de Vic siempre se dirigía a ver al obispo, a la catedral y a la fabrica de salchichones.

Para la elaboración del salchichón hoy en día se utiliza carne magra de cerdo y algo de tocino. Además, se condimenta con diversas especias y sal. Esta masa bien picada se macera y después se cuelga para que se cure, dejándose secar al aire o con humo.

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