La carne de cerdo es un alimento muy importante de la dieta mediterránea. Erróneamente, durante algunos años corrió la falsa creencia popular de que su consumo no era excesivamente saludable. Hoy en día, numerosos estudios científicos y médicos han proclamado a los cuatro vientos todo lo contrario, es una de las carnes más saludables que existen.
Uno de los grandes errores que se han cometido con la carne de cerdo es haberla catalogado durante muchos tiempo como carne roja, cuando se trata de carne blanca, como refleja la denominación que hizo recientemente la Unión Europea. La carne de cerdo está compuesta por fibras blancas que la hacen más digestiva y fácil de masticar. Por eso, muchas propiedades de la carne de cerdo son parecidas a las del pollo.
Otro de los falsos mitos sobre la carne de cerdo es que cuenta con mucha grasa. La realidad es que las partes magras del cerdo cuentan con muy poca grasa, y la que tiene es muy visible y fácil de retirar para no consumirse. Por eso, es una carne ideal para épocas postnavideñas como en la que estamos, donde habitualmente se abusa de la las carnes rojas.
Otro de los motivos por lo que el consumo de la carne de cerdo se recomienda para todo tipo de dietas equilibradas es su bajo contenido en colesterol, lo que le hace una carne perfecta para prevenir enfermedades relacionadas con el corazón y mantener bajo el nivel de los triglicéridos.
Otro de los puntos fuertes de la carne de cerdo es su riqueza de vitaminas, nutrientes y minerales. Cuenta en su composición con un 40% de aminoácidos esenciales, hierro, zinc, sodio, potasio, fósforo y vitaminas del grupo B. Esta combinación provoca que cuando se come este tipo de cerdo reparemos tejidos, huesos y músculos de nuestro organismo, evitemos anemias, ayudemos al sistema nervioso e inmunitario…
Por todo esto, en Faccsa-Prolongo te recomendamos que añadas la carne de cerdo a tu dieta habitual, especialmente cortes tan ricos y sanos como el lomo, el solomillo, las chuletas o los escalopes… Por cierto, ¿tú cómo los cocinas?